La larga y ruinosa historia de naviera Armas/Trasnmediterránea

 Lo que no cabe duda es que detrás de este lamentable desenlace hay una larga cadena de decisiones políticas y empresariales, una historia jalonada de denuncias y advertencias, anticipando cual sería el fin previsible de aquella apuesta marítima, que algunos expertos un dudaron en calificar de fraudulenta.

 

El PP debería explicar cuál ha sido su gestión en todo este proceso que ahora culmina en un estrepitoso fracaso, uno más de la nefasta gestión bipartidista de la Marina Mercante Española.

Informa el diario, el Confidencial, que JPMorgan, Barings, Bain Capital y Cheney Capital se harán con cerca del 90% del capital de la compañía dueña de Transmediterránea, competidor adquirido en 2016 y cuya gestión ha provocado el hundimiento del grupo canario. Para sacar a flote la sociedad, los nuevos dueños nombrarán a Sergio Vélez consejero delegado interino.

Este nuevo mazazo viene a confirmar la tendencia a la degradación progresiva de la flota civil española, sometida desde hace años a la marginalidad política, a la decadencia naviera y a la incapacidad para competir en el mercado libre y defender siquiera el mercado doméstico Y todo ello a pesar de las irregularidades que se detectan en la Marina Civil Española y todo ello dentro de un atmósfera de influyente militarismo trasnochado y una tecnoburocracia de fachada aparente, pero vacía de conocimiento del shipping.

Ambición, soberbia, prepotencia y en general miseria y falta de respeto a sus dotaciones han caracterizado la trayectoria empresarial de Naviera Armas, ahora al borde el abismo o aún más allá.

El bipartidismo español debería mirarse al espejo reconocerse a si mismo como un claro ejemplo de incapacidad política para asumir responsablemente la gestión de la Marina Civil.

La flota española está avocada a un claro proceso de colonización por parte de capitales extranjeros.

Si el Prestige fue el final de una traca de nefasta gestión de la seguridad marítima. El "Villa de Pitanxo" confirma la fraudulenta gestión tecnobucrácia, con la obligatoriedad de cursos estériles, la tolerancia temeraria, el abuso delictivo de algunos navieros, y destapa la podredumbre de la Comisión de Investigación de Incidentes e incidentes Marítimos  (CIAIM) y su falta de conocimientos .

La historia de este nuevo fracaso  tiene algunos antecedentes que pueden ser recuperados en:

 

https://www.cnmc.es/sites/default/files/2078767_51.pdf