MAR DE MARIN.- Dos decisiones mortales

 

De lo que no cabe duda es de que el patrón percibió una situación que, desde su punto de vista profesional, le resultó anómala

 

Cuando veo una y otra vez el vídeo de Localizatodo que reproduce los últimos minutos a flote del Mar de Marín, un escalofrío de impotencia recorre mi cuerpo. Basándonos en las evidencias que nos proporcionó su AIS, se percibe que su patrón tomó una decisión cuyas razones son por ahora un enigma que aún no podemos descifrar, pero que, sin lugar a dudas, cuando tengamos acceso a todas las grabaciones existentes y al resultado de las inspecciones realizadas, podremos conocer.

De lo que no cabe duda es de que el patrón percibió una situación que, desde su punto de vista profesional, le resultó anómala y que comunicó al Centro de Salvamento lo que consideraba resultado de esa anomalía, y que basándose en esa situación virtual tomó las decisiones que desde el punto de vista de la seguridad de su barco le parecieron más acertadas, aunque minutos después, como se demostró por el alcance de la tragedia, no lo fueran.

No quiero fabular sobre suposiciones o sobre las causas que motivaron sus decisiones, que, sin duda, las habría; pero, por desgracia, las evidencias y testimonios nos indican que en los momentos previos al abordaje navegaba en demanda de la salida de la ría por vía de navegación de entrada. Por tanto, resulta manifiesto que el patrón del Mar de Marín, sin saber a día de hoy las causas que lo motivaron, presuntamente, incumplió la norma de navegación que regula el paso por el dispositivo de separación de tráfico.

Reglamento incumplido

Quisiera dejar claro que, si por parte de ambos buques se cumpliese el Reglamento para Prevenir los Abordajes en el Mar, este jamás se hubiera producido, pero, desgraciadamente, se materializó, lo que evidencia que ambos buques lo incumplieron.

Teorizando de manera simplista, un abordaje se produce cuando dos buques navegando con sus rumbos y velocidades alcanzan al unísono una misma posición. Así pues, si variamos algún factor -rumbo o velocidad- de alguno de los buques implicados que altere dicha posición de encuentro o modifique el tiempo de llegada al mismo, el abordaje no se produciría.

Dicho esto, el análisis de vídeo nos muestra la derrota seguida por ambos buques. Resulta innegable que el Mar de Marín cae a babor e intenta cruzar la derrota de entrada del Baltic Breeze, generando una situación de riesgo de abordaje.    La respuesta cuando un barco incumple alguna norma del reglamento, y como consecuencia de dicho incumplimiento genera una situación de riesgo de abordaje, está prevista en la regla 17.2, que especifica literalmente que «cuando uno de los buques vaya navegando de acuerdo con el reglamento [en este caso el Baltic Breeze], este mantendrá su rumbo y velocidad; no obstante, tan pronto le resulte evidente que el buque que debería apartarse [en este caso el Mar de Marín] no está actuando de la forma preceptuada por el reglamento, este [Baltic Breeze] deberá maniobrar para evitar el abordaje, ejecutando la maniobra que mejor pueda ayudar para evitarlo».

En virtud de ello, el Baltic Breeze está obligado a maniobrar para evitar el abordaje y, por tanto, teniendo por su amura de babor a unos 800 metros al Mar de Marín, el reglamento no impone límites a cómo debe maniobrar, dejándolo al libre criterio de su capitán. Por tanto, podíamos resumir que tenía tres opciones principales:

1. Seguir navegando como iba hasta ese momento, manteniendo el mismo rumbo y velocidad.

2. Actuando sobre su velocidad. Moderándola o parando máquina.

3. Actuando sobre su rumbo, esto es, cayendo a babor o estribor con mayor o menor intensidad, según la metida de timón que el capitán determinase.

A estas tres combinaciones principales habría que sumar la existencia de una casi infinita gama de combinaciones mezclando en distintos grados las opciones 2 y 3.

La decisión

Llegado el momento, el capitán del Baltic Breeze tomó una decisión, tal vez de las más importantes de su vida y, como nos muestra el vídeo de Localizatodo, actuó solamente sobre el rumbo, y su buque comenzó su viraje a estribor hacia un determinado punto en el que unos 80 segundos más tarde coincidiría finalmente con el Mar de Marín. Llegado a ese determinado punto de encuentro en ese preciso momento abordó con su proa el costado de estribor del Mar de Marín, reventando con su bulbo las planchas de su obra viva a la altura de la bodega, y penetrando hasta sus entrañas. Eran las 2.42 horas del 1 de abril del 2014. Cualquiera de las otras opciones -parar la máquina, caer a babor o incluso seguir navegando al mismo rumbo y velocidad con el que estaba gobernando hasta ese momento- presumiblemente hubiese salvado de su trágico desenlace al Mar de Marín, pero, desgraciadamente, el capitán del Baltic Breeze, seguro que sin proponérselo, había optado por la peor opción, caer 15 grados a estribor, lo que resultó ser mortal.

Ensartado perpendicularmente

El Mar de Marín navegó arrastrado de costado durante casi tres minutos ensartado perpendicularmente en los tres metros de bulbo del Baltic Breeze, empujado por su costado de estribor por la enorme inercia del mercante, y presionado por la banda de babor por la resistencia al avance generado por el mar al impactar contra la superficie de su costado.

Durante esos tres escasos minutos los tripulantes, despertados por la violencia del abordaje, habían subido al puente y, en una acertada decisión, habían comenzado a ponerse los trajes de supervivencia. Pero, desde el primer momento del impacto, el capitán del Baltic Breeze había tomado otra decisión que también resultó mortal: dar marcha atrás. A medida que a partir del momento del impacto iban pasando los segundos, iba decreciendo proporcionalmente su inercia, fruto de dar marcha atrás, hasta que a las 2.45 horas, la velocidad del Baltic Breeze decreció hasta los cero nudos. En esa décima de segundo en que su bulbo -que hasta ese momento ejercía de tapón sobre el enorme boquete de más de cinco metros cuadrados abierto en la  bodega del pesquero- se despegó del costado del Mar de Marín y comenzó a retroceder, el agua de mar se precipitó violentamente a través del enorme agujero hacia su interior y en solo unos segundos inundó totalmente sus bodegas y compartimentos. El buque perdió toda flotabilidad y se hundió repentinamente, arrastrando con él a todos sus tripulantes.

El tiempo necesario

Si el Baltic Breeze hubiese seguido navegando en régimen de avante despacio, su bulbo hubiese seguido taponando el enorme boquete abierto en el costado del Mar de Marín y su tripulación hubiese tenido esos minutos necesarios para ponerse los trajes de supervivencia o chalecos y poder así sobrevivir al brutal abordaje. Desgraciadamente, en los angustiosos minutos previos y posteriores al abordaje, el capitán del Baltic Breeze tuvo que tomar dos decisiones profesionales y, lamentablemente, en las dos decisiones se equivocó. Y las dos resultaron mortales.