Pateras rumbo a Cádiz

 

 

 

Destino Cádiz: la nueva ruta de pateras con menores es más larga y más cara

Desde hace un año, las embarcaciones salen desde Moulay Bousselham, en la costa atlántica marroquí, y llegan a las playas gaditanas tras dos días de travesía 

Los migrantes afrontan más costes: la ganancia por cada patera está entre 75.000 y 150.000 euros, según los testimonios de los menores recién llegados

"Si llegan dos pateras más, no sé qué van a hacer porque los centros están saturados", denuncia un trabajador del centro de menores de Algeciras

Sonia Moreno

25/07/2017 - 20:53h

 

Imagen de archivo. Migrantes en el puerto de Tarifa (Cádiz), tras ser rescatados por Salvamento Marítimo en el Estrecho de Gibraltar. EFE

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51 menores han estado encerrados en los CIE en 2016

Todos los días, algún menor llega a la costa gaditana desde la misma población en Marruecos. Aparecen incluso en embarcaciones de madera en desuso desde hace 15 años. Los traficantes marroquíes captan a los menores en las poblaciones cercanas a Moulay Bousselham, desde Kenitra hasta Larache, en la costa occidental del país vecino.

Desde allí ponen rumbo a Cádiz. Una ruta más larga, en la que arriesgan su vida, pero más certera, porque los controles del sistema de vigilancia de la Guardia Civil para entrar por este itinerario no funcionan desde hace un año. Es, también, una ruta más rentable con unas ganancias para las redes de entre 75.000 y 150.000 euros por patera.

Un porcentaje alto de los menores proviene exactamente de las aldeas de Douaur Mesbah. Las zódiacs zarpan al alba desde el río de este pequeño pueblo marroquí y se mezclan, ya en el mar, con las barcas de los pescadores para eludir la vigilancia del puerto. Salen al océano Atlántico, navegan cerca de la costa hasta llegar a la bahía de Tánger y cruzan el Estrecho alejándose del Cabo Espartel para evitar ser detenidos por la marina.

En ocasiones, las familias se ponen en contacto directamente con alguien que trabaja en las redes de tráfico de personas y, en otros casos, son los propios "pasadores" los que buscan a los "clientes". Una vez se realiza el primer pago, que suele ser la mitad del dinero acordado, alguien pasa a recoger a los niños. Si están lejos de la zona de embarque, se acercan de noche para trasladar a los chicos de sus casas hasta el lugar de donde salen. Si no están lejos, la misma noche los recogen en sus domicilios y los llevan al punto de partida.

 

Foto aérea de los lugares de salida de Marruecos, señalados por los menores, en las inmediaciones de Moulay Bousselham y el río Ued Dreder. Imagen cedida por José Carlos Cabrera.

Una vez en la playa, los menores descubren que son un número más elevado del que les habían informado. Sobre todo se percatan cuando ven la barca. Ahí, quienes los habían transportado desaparecen y entra en juego otra persona que se dedica solamente a embarcarlos. Normalmente van encapuchados y se hacen llamar por nombres ficticios.

En la barca está el rais (jefe o presidente). Él conduce la patera, es decir, lleva el motor. Suele ser mayor de edad y espera que, una vez en España, le lleven al Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE), desde donde lo devuelven a Marruecos y cobra su parte. 

Cuando la embarcación es localizada en tierra o en mar, el conductor amenaza de muerte a los menores. "A quien me delate, lo mato", les dice –recuerdan los chicos entrevistados–, y los amenaza con un cuchillo de grandes dimensiones que después arroja al mar. 

Este es el relato diario de los menores extranjeros no acompañados (MENA) que llegan en patera por esta nueva ruta desde Marruecos a la costa gaditana. La mayoría son marroquíes, aunque también empiezan a desembarcar en España niños subsaharianos, fundamentalmente de Costa de Marfil y Guinea Conakry, tal y como vaticinó Cáritas en su informe sobre migración de finales de 2016.

Cuando los menores llaman desde España, sus familiares pagan la otra mitad del dinero acordado para el viaje. "Es un proyecto familiar", asegura José Carlos Cabrera, mediador intercultural del Centro de Menores de Nuestra Señora del Cobre en Algeciras (Cádiz), en una entrevista con eldiario.es. La ganancia bruta está entre 75.000 y 150.000 euros por embarcación, según los testimonios de los menores acogidos en el centro. 

Las embarcaciones llegan a Cádiz, Barbate y el Puerto de Santa María porque el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), que localiza las embarcaciones antes de que lleguen a la península, no funciona en estas costas desde agosto de 2016. Según recuerda el trabajador del centro, las mafias del narcotráfico, que comparten la misma ruta, "sabotearon" el radar prendiéndole fuego. La Unión Europea (UE) subvencionó el proyecto, y ahora "no hay dinero para arreglarlo", apunta Cabrera.

El SIVE es un sistema operativo que aporta la información en tiempo real sobre cualquier elemento que se aproxime al territorio español desde el mar. Permite detectar las embarcaciones a lo lejos y es gestionado por la Guardia Civil. A pesar de que eldiario.es se ha puesto en contacto con el ministerio del Interior para conocer el estado de este método de control y vigilancia, hasta el momento no ha recibido ninguna respuesta oficial.

Las familias pagan entre 1.000 y 1.500 euros

Moulay Bousselham es un pueblo de pescadores en la costa atlántica de Marruecos, de peregrinación porque tiene un morabito –una especie de ermita– con un santo, y también de vacaciones por sus magníficas playas. Las rutas que están funcionando salen de esa parte de la fachada atlántica a pesar de que el trayecto es más largo: tardan incluso dos días de travesía en llegar a Cádiz. "Es la mafia la que está sacando más rédito, desembarcan menores hasta de 10 años de edad", detalla Cabrera.

Los menores representan una posibilidad importante de mejora económica y social para las familias marroquíes. Es lo que se denomina "la palanca de cambio social". Consideran que con las oportunidades que les ofrece su país no pueden prosperar en su estrato social, por lo que el menor de edad es "su opción más importante en la mejora familiar", explica el mediador.

Algunos de los pequeños también entran a España para reunirse con su familia, que paga entre 1.000 y 1.500 euros, según la negociación. "Mujeres marroquíes que trabajan en el país ahorran dinero para traerse a sus hijos. Conocen a la perfección el sistema de regularización de España y el de protección", asegura Cabrera, quien considera que se trata de casos de "reagrupación".

"Los centros están saturados"

Las personas que trabajan con menores se quejan de que no se haya tomado ninguna medida en las dos últimas décadas en este sector. "Tenemos todos estos datos, pero no se quiere actuar; y por eso a nosotros no nos preguntan", confirma Cabrera.

"Este año va a ser uno de los más fuertes de la última década en llegada de menores extranjeros no acompañados a la península", adelanta este mediador experto en migración. Algunos salen desde Ceuta y Melilla, llenas de chavales. En el puerto de Tánger Med hay más seguridad, así que los flujos se han trasladado a otra parte, como la zona del Rif, desde donde cruzan a Granada y Almería.

"Esto no ha hecho más que empezar. Y si llegan dos pateras más, no sé qué van a hacer porque los centros están saturados", se pregunta Cabrera. Los centros del Campo de Gibraltar de la Junta de Andalucía están por encima de su capacidad. El de La Línea acoge al triple de residentes y el centro de Nuestra Señora del Cobre, en Algeciras, atiende a más del doble. Este cuenta con 24 plazas, pero en uso solamente están disponibles 16 ya que está pendiente de una reforma. Sin embargo, estos días han llegado a acoger hasta a 30 menores.

No hay sitio en los barracones en Barbate para atender a los que entran por allí. La Cruz Roja, inoperativa debido a la saturación, no ha podido ni realizar los reconocimientos médicos necesarios. Cabrera denuncia que la Policía Nacional "no está haciendo las pruebas óseas", y por lo tanto, los centros de menores están recibiendo a mayores de edad que conviven con menores bajo el conocimiento del Fiscal de Menores, que tendría que exigir que se les hiciera la prueba de la muñeca, recuerda el trabajador del centro algecireño.

"Huyen de la muerte y el hambre"

Desde Sevilla, el Defensor del Pueblo y el Menor de Andalucía, Jesús Maeztu, también se muestra crítico con las políticas gubernamentales en una entrevista con este medio. "El derecho y el poder abandonan a los colectivos más necesitados que huyen de la muerte y el hambre; y tiene que venir la solidaridad de las ONG, que están evitando lo que no se puede conseguir desde el poder público", comenta.

Maeztu considera que "debe primar el interés superior de la persona" y piensa que "el mar es la única pista para entrar en Europa y eso trae consigo un 50% de muertes". La ONG Caminando Fronteras estima que el  31% de las 388 personas fallecidas en las costas españolas entre septiembre de 2015 y diciembre de 2016 eran menores: 122 niños, niñas y adolescentes. Diversas ONG y ACNUR reclaman vías legales y seguras de entrada a España para que las personas no tengan que jugarse la vida en el Estrecho ni quedar expuestos a las redes de traficantes.

 

Cinco varones magrebíes rescatados en una patera cerca de Tarifa EFE

En lo que va de año, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), 7.774 hombres, mujeres y menores han arribado a España a través del Estrecho. El número triplica las llegadas que el organismo de la ONU registraba el año pasado por estas mismas fechas, 2.476 personas. Su portavoz,  Joel Millman, ha precisado este martes que,  desde inicios de junio, 44 niños han sido rescatados entre los migrantes que se dirigían a España por el sector occidental del Mediterráneo, una ruta en la que la OIM ha detectado un "aumento importante" de embarcaciones desde el inicio del verano.

El ministro de Justicia, Rafael Catalá, en declaraciones a eldiario.es durante una reunión con su homólogo marroquí en Rabat el pasado junio, tildó la cuestión de los menores no acompañados de "importante y sensible". "Hay que fortalecer los controles y en paralelo atender a la garantía de los derechos de los menores, ser capaces de atender equilibradamente a esta cuestión trabajando con Marruecos desde la confianza, la lealtad y compartiendo la información", señaló.

Por primera vez se conoce que los gobiernos de España y Marruecos trabajan en cuestiones relacionadas con los MENA.  La secretaria de Inmigración y Emigración, Marina del Corral, también viajó en el mes de junio a Rabat para tratar, entre otros asuntos, la cooperación en el ámbito de la infancia, concretamente la situación de estos menores. Este medio trató de ponerse en contacto con Corral para conocer el contenido de las conversaciones mantenidas con las autoridades marroquíes, una petición que declinó por motivos de "agenda".