El héroe galés que burló el bloqueo fascista y trajo vino y aceite a Bilbao

 

 

 

 

Historias de tripasais

 

El 20 de abril de 1937 el capitán Roberts desafió el bloqueo fascista a bordo del 'Seven Seas Spray' para introducir alimentos en Bilbao

 

Ana Vega Pérez de Arlucea

Madrid

Martes, 5 de octubre 2021, 00:57

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A principios de la primavera de 1937 los vizcaínos tenían hambre. La Guerra Civil había comenzado ocho meses antes, Álava estaba en manos de los nacionales desde el comienzo de la contienda y en octubre del 36 habían caído también casi todos los municipios guipuzcoanos salvo Eibar. El abastecimiento por tierra está completamente cortado y la llegada de suministros (armas, medicinas o alimentos) a tierras vizcaínas se limita a la vía marítima o aérea, mientras que la afluencia de refugiados y el avituallamiento del Ejército del Norte hacen aumentar el número de bocas.

La lucha contra la escasez es asunto de Ramón María de Aldasoro (1897-1952). Primero como director general de Harinas, Trigos y Comestibles en el Comisariado de Defensa y luego en calidad de Consejero de Comercio y Abastecimiento del Gobierno Vasco, Aldasoro hace todo lo que puede para evitar el desabastecimiento. A pesar de haber abierto una línea directa de comercio con Inglaterra y de organizar delegaciones comerciales en distintas ciudades de la zona republicana, los víveres llegan a cuentagotas y se imponen los cupones de racionamiento.

La cuestión se complica aún más cuando en marzo del 37 Franco desiste –temporalmente– de tomar Madrid y enfoca su interés en el frente del Norte. Para que la Ofensiva del Norte triunfe el bando nacional necesita intensificar el cerco sobre Bilbao y establecer un bloqueo marítimo eficaz, así que la flota sublevada se despliega en el Cantábrico.

 

Como la espuma

La Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi pierde la batalla del Cabo Matxitxako el 5 de marzo de 1937, pero sus bous armados siguen protegiendo la travesía de los navíos aliados con la ayuda de la Royal Navy. La armada de su majestad mandó al Golfo de Vizcaya buques acorazados, cruceros y varios destructores con la misión de defender a los mercantes británicos que se adentraban en aguas españolas.

Aunque el parlamento de Londres hubiese prohibido en 1936 el envío de material de guerra y quisiera evitarse líos, lo cierto es que según el derecho internacional el bloqueo por parte de los nacionales era ilegal, de modo que la Royal Navy se vio obligada a proteger el tráfico marítimo entre Bilbao y los puertos británicos.

Los periódicos del bando nacional anunciaban barreras, campos de minas y toda clase de consecuencias funestas para quien se atreviera a cruzar su cerco por mar, pero el famoso bloqueo resultó ser más propaganda que realidad.

El 19 de abril de 1937 un valiente capitán galés decidió abandonar el refugio del puerto de San Juan de Luz y poner rumbo a Bilbao. Su barco, el 'Seven Seas Spray' ('Espuma de Siete Mares') estaba cargado de alimentos y sabía que los vizcaínos los necesitaban desesperadamente.

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Un pasajero famoso

W. H. Roberts, viudo y oriundo de Penarth (Gales), llevaba muchos años siendo capitán para la Veronica Steamship Company. Esta empresa era propiedad del armador hispanobritánico Thomas Blázquez McEwen, nacido en Edimburgo de padre murciano y simpatizante de la República. El señor Blázquez McEwen iba aquella noche del 19 de abril a bordo del 'Seven Seas Spray', igual que la hija del capitán, Florence 'Fifi' Roberts, Mrs. Docker (una galesa casada con un ingeniero residente en Bilbao), seis oficiales, una veintena de tripulantes y un periodista sudafricano. Aquel corresponsal de guerra se llamaba George L. Steer (1909-1944) y pasaría a la historia como testigo del bombardeo de Gernika, pero en su libro 'El árbol de Gernika, ensayo de la guerra moderna' (1938) contó también cómo el capitán Roberts burló el bloqueo y entró en Bilbao como un héroe.

Avisado por los buques británicos del peligro que corría, Roberts comunicó mediante señales que proseguía viaje bajo su estricta responsabilidad personal. «Un buen marino nunca mira hacia atrás», le dijo a Steer. A las 9 de la mañana del 20 de abril el 'Espuma de Siete Mares' llegó hasta el mismísimo muelle de Ripa con las bodegas llenas de sal, vino, aceite de oliva, embutido, miel, harina, alubias y guisantes. Casi 4.000 toneladas de suministros que fueron recibidos con regocijo y por los que el capitán Roberts recibió trato de héroe, siendo agasajado durante varios días por las autoridades vascas y un feliz Aldasoro. Según Steer, los hombres del muelle gritaron «¡Viva la libertad!» a su llegada. Las mujeres decían «¡Aceite y vino!».